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El chico se pavoneaba para mi y me guiñó un ojo malicioso. La tenía algo morcillona y con el capullo completamente cubierto por la piel oscura.
-¡Te gusta, eh!
Me hizo un gesto con la cabeza para que me acercara al probador, y mientras se manoseaba los huevos oscuros me dijo:
-¡Empieza a mamar maricón!
Me hizo arrodillar ante él y me la metió en la boca de un golpe. Aún no la tenía dura del todo, pero al sentir el calor de mi boca se le puso como una piedra. El chaval me agarró la cabeza y comenzó a follarse mi boca a lo bestia, sin apenas dejarme respirar, marcando bien sus embestidas.
Se sentó en el taburete y se puso las manos sobre la nuca, ofreciéndome su venosa y negra polla con las piernas bien abiertas. Mientras le lamía las gotas que salian del capullo, le acariciaba los huevos peluditos y el chaval gemía cada vez más fuerte.
Al bajar la mano y acariciarle la entrada del ano, me agarró del pelo inmovilizándome hasta que me llenó la boca de lefa.
Antes de que pudiera incorporarme, el chaval se subió el bañador frente a mi, se sacudió las últimas gotas de semen sobre mis labios, me sobó el paquete por la cara y salió de la tienda sin pagar.
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2 comentarios:
Anda, anda... ¿cómo que sin pagar?
jijijijiji.
Besos.
Muchos.
Muchisimas gracias - una historia muy caliente.
mikewankerboi
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