5.1.09

Relato - Concierto en Gran Canaria

Mi nueva banda había acabado su actuación en vivo en un pequeño pueblo de la costa norte de Gran Canaria. Mientras nos tomábamos unas cervezas en la plaza, nos rodeó la habitual nube de admiradores adolescentes, que nos pedían fotos y autógrafos. Un chaval joven, yo diría que no pasaba de los dieciocho años, se me acercó para pedirme uno. No era demasiado robusto, pero si atlético, y el tono bronceado de su piel indicaba muchas horas en la playa.
Dirigí mi atención a su entrepierna y pude notar que su largo mango apuntaba hacia el bolsillo izquierdo. Quizá fuese mi imaginación, pero me pareció que el chaval estaba palote.
Me invitó a su apartamento a tomar unas cervezas. En el taxi pude fijarme como me estudiaban sus ojos negros, como un depredador estudia a su presa.
Mientras bebíamos cerveza noté sus pectorales dibujados bajo la camiseta y una débil traza de vello que bajaba desde su ombligo hasta el paquete más inmenso que habia visto en mucho tiempo. Tras casi una hora bebiendo, se tumbó en la cama y se quedó traspuesto. Me quedé un poco desmontado, pero el tremendo bulto bajo sus tejanos negros, era demasiado apetitoso como para resistirme. Le bajé cautamente la bragueta y me sorprendió ver que, aunque el se había dormido, la verga estaba bien despierta. Una impresionante polla medio tiesa saltó hacia mí, con su gruesa cabeza envuelta en el prepucio.
Empecé a acariciar su abdomen, pero no podía aguantar más, tenía que mamar aquel grueso pollon. Gimió varias veces, antes de que me decidiese a meter todo aquel cacharro en mi boca. Estaba tan excitado que me bajé la bragueta y comencé a meneármela violentamente.
-¡Te gusta mi polla, jodido maricón! -le oí decir.
Me agarró y me empujó hacia la cama apretándome contra ella, empezó a lamerme las pelotas y a pasar la lengua por mi polla, arriba y abajo. De repente se la tragó entera y comenzó a meterla y a sacarla en su boca. Aquel chaval si que sabía como mamar un cipote.
Cambiamos de posiciones para seguir con un sesenta y nueve. Su potente polla estaba resbalosa con la saliva, preparada para introducirse en mi culo. Lo mantuve agarrado, mientras me colocaba.
-¡Espera! -le dije-. ¡Quiero que me metas esa cosa por el culo!
-¡Ufff...! ¡Que maricón eres!
Me clavé totalmente en su polla y comencé a deslizarme arriba y abajo. Su polla estaba vibrando dentro de mí, mientras su cabeza se volvía de un lado a otro. Mis pelotas estaban cada vez más pesadas.
Empezó a dar gritos mientras soltaba su descarga, inundando mis entrañas con su semen, hasta que estuve a punto de estallar.
-¡Saca las manos de tu polla! -me ordenó, mientras se inclinaba hacia mí para mamármela. Yo seguía cabalgando su polla, aún tiesa, mientras él se ponía a mordisquear y a chupar mi trabuco. A los pocos segundos mi semen brotó estrellándose en su garganta, labios y mejillas. Jamás me la habían chupado al tiempo que me daban por detrás...
Nos quedamos dormidos, yo encima de él y con su picha aún dentro de mi agujero. Cuando me desperté el chaval estaba de nuevo palote.
Me gustaba tenerlo dormido, con su polla dura como el acero. Comencé a cabalgar de nuevo su polla, pero mi culo estaba escocido por la jodienda de antes, así que me liberé de su sólido trabuco y le levanté las piernas.
Su culo era espectacular, lamí su raja sin pelos, hasta que empezó a gemir y a agitarse. Escupí en la mano para lubricarme la polla y, lentamente comencé a metérsela.
-¡Joder! ¿Que coño estás haciendo?
-Vuelve a dormirte, no pasa nada -le susurré, mientras se la clavaba.
-¡Para! ¡No puedes follarme...!
-No pasa nada... -repetí. Tu recuéstate y relájate.
Empecé a bombear muy lentamente mi trabuco en el interior de su ano virgen y luego a follarlo como loco, hincándoselo hasta lo más profundo, golpeando mis pelotas contra sus enrojecidas nalgas. Estaba claro que estaba sufriendo, pero una mirada a su cara, medio de crío, medio de macarra de barrio, me dijo que estaba empezando a gustarle.
Pronto me agarró por las caderas y me atrajo hacia él para que se la clavase más profundamente. Se la hinqué más y más, hasta que todo mi palo estuvo dentro de él.
-¡Clávamela! -suplicó lujurioso.
Mientras la metía en su maravilloso trasero, mi polla se endurecía aún más. La saqué de ese hambriento orificio, descansé mis tensas pelotas sobre las suyas y me la meneé hasta que una ducha de leche cayó por su precioso pecho. Se le veía muy guapo a la luz matutina, con su cuerpo brillante, mojado de semen. Le hice una paja y de su polla empezaron a salir chorros de espesa leche, mientras gritaba:
-¡Dale! ¡Dale hasta que no me quede nada dentro!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Anda!!

¡¡¡Qué sorpresa!!!

¿Escribirás más?

Besos.

angelnegro dijo...

Seguro que si, ya es el segundo relato, no se si has leido el anterior...

Anónimo dijo...

Pues no, se me escapó.

Un día de estos lo recuperaré.

besos.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por su relato. Me gusta mucho. ?Tal vez usted escribá más? miketcc